Tan modesta era esa vivienda, que el dictador Rafael L. Trujillo -tras conocerla de improviso- consideró inconveniente que el canciller de la república –posición que en ese momento desempeñaba Balaguer- viviera en una casa de tan precarias condiciones.
Por esa razón, el hombre fuerte del país instó al funcionario a construir una residencia más adecuada y confortable, cosa que éste hizo tomando un préstamo del Banco Agrícola y negándose a solicitar ayuda al primero, como lo hicieron otros servidores públicos de jerarquía.
Del caso, ocurrido a mediados de la década del 50, dieron detalles el arquitecto Rafael Tomás Hernández, el escritor Fernando Infante y el doctor Víctor Gomez Bergés, allegados al extinto estadista y literato, en la mesa redonda “Historias de Joaquín Balaguer”, celebrada en el foro Pedro Mir, de Librería Cuesta, organizada por el periodista José Pimentel Muñoz, con el auspicio de la Fundación Joaquín Balaguer, Inc. y la asistencia de decenas de personas.
TESTIGO
Hernández reveló que fue testigo de primera línea del proceso de construcción, en 1956, de la casa de Balaguer en la avenida Máximo Gómez. Entonces estaba destacado en el Palacio Nacional como ayudante de la oficina de ingenieros que dirigía Humberto Ruiz Castillo.
Balaguer era desde julio de 1953, secretario de Relaciones Exteriores. Un día (que Hernández sitúa entre 1956 y 1957), llamó a su oficina a don Humberto y le expresó: “el jefe quiere que yo tenga una casa. Me va a costar hacer una casa”. Ya tenía el solar en la Máximo Gómez, pero residía en una vieja casona de la calle César Nicolás Penson casi esquina Rosa Duarte. Ruiz Castillo le explicó el procedimiento de hacer una casa, que comenzaba con la preparación del plano y el presupuesto. Hernández, quien hizo el bosquejo, apuntó que se elaboró un presupuesto por 56 mil pesos que se presentó días después al entonces canciller. Se usaba que el dueño de la obra daba un avance del diez por ciento. Al otro día de la presentación del proyecto, el ingeniero Ruiz Castillo fue llamado por Balaguer, quien le entregó 6 mil pesos en billetes de diferentes denominaciones envueltos en una funda de papel de bodega. Don Humberto tan pronto retornó a su oficina llamó a Hernández y le comunicó, muy extrañado, esa acción del funcionario, quien no usó cheques ni billetes de alta denominación.
Cuando se estaba haciendo la casa, un día Balaguer la fue a ver y, sorprendido del diseño que se estaba materializando, dijo: “yo creo que lo que me están haciendo es una iglesia”. En opinión del ingeniero Hernández, “él (Balaguer) no estaba en eso. Se sentía feliz donde vivía en la César Nicolás Penson, igual como se sintió al final viviendo en los altos del garaje de la residencia de la Máximo Gómez”. Para el narrador, “todo aquello habla de una austeridad y unas virtudes. Eso era un ejemplo de vida, casi inconcebible. Aquel hombre que (siendo Presidente) tenía tantas posibilidades y tanta gente deseosa de ponerle en sus manos un Mercedes Benz y todo lo que él quisiera, se mantenía con esa prudencia y esa austeridad”.
VIVIENDA POBRE
En la mesa redonda tuvo una breve intervención, en la sección de comentarios, el doctor Víctor Gómez Bergés, quien reveló confidencias que acerca de la edificación de la casa de Balaguer en la Máximo Gómez le hizo el general Guarionex Estrella, jefe del cuerpo de ayudantes militares de Trujillo durante un tiempo en la década del 50. Estrella le confirmó la visita inesperada de Trujillo y su sorpresa por las modestas condiciones de la casa de Balaguer en la calle César Nicolás Penson casi esquina Rosa Duarte.
Aunque hablaron fuera de la vivienda, Trujillo se mostró sorprendido –según la historia de Gómez Bergés- de que “el canciller de mi gobierno viva en una casa como esa”. Fue ahí, precisó, donde surgió la instancia de Trujillo a Balaguer para que construyera una residencia moderna. Por su parte, Fernando Infante informó que, según sus averiguaciones, en la sala de la vivienda donde Balaguer vivía en la César Nicolás Penson, había cuatro mecedoras de estilo antiguo. Vivía allí desde cuando vino de México a desempeñar la Secretaría de Educación. Antes que él residió allí la profesora de piano María Blanca Lamarche. Balaguer vivía acompañado de su chofer, Saturnino Ramírez, y lA su esposa, doña Rosa, quienes eran las personas de su mayor confianza. Estos lo atendían. Su hermana Carmen era el familiar que lo visitaba más frecuentemente. La casa era de un solo nivel, amplia, con galería en la parte delantera y en la trasera.
RECHAZO PEDIR
Carlos Domínguez, otro de los que intervinieron con comentarios breves en la mesa redonda, destacó que para hacer la residencia de la avenida Máximo Gómez, Balaguer hizo un préstamo al Banco Agrícola y rechazó insinuaciones del administrador, Miguel Dájer, de pedir ayuda a Trujillo. Domínguez atribuyó a Dájer haberle contado que "Balaguer reaccionó airado cuando se le hizo esa insinuación y optó por tomar el préstamo y pagarlo".
Dájer opinó que Trujillo le hubiese donado los fondos para la casa. Después de terminada la residencia, sobre el garaje, prácticamente en la parte atrás, se hizo un anexo que se convirtió en apartamento en el que vivió Balaguer hasta su deceso. Tenía una amplia biblioteca, dos pequeños dormitorios, una oficina y dos baños. Cuando lideres políticos o visitantes extranjeros visitaban la casa, Balaguer se entrevistaba con ellos en la oficina o en la biblioteca. Este apartamento ha sido convertido en los últimos años en la sede de la Fundación Joaquín Balaguer, Inc. Bello Andino acude a ella diariamente. La parte principal de la residencia, con cara a la Máximo Gómez, fue ocupada en vida de Balaguer por su hermana Ema. Desde el 2002 pasó a manos -por donación de Balaguer- de la Liga Dominicana contra el Cáncer.
Por esa razón, el hombre fuerte del país instó al funcionario a construir una residencia más adecuada y confortable, cosa que éste hizo tomando un préstamo del Banco Agrícola y negándose a solicitar ayuda al primero, como lo hicieron otros servidores públicos de jerarquía.
Del caso, ocurrido a mediados de la década del 50, dieron detalles el arquitecto Rafael Tomás Hernández, el escritor Fernando Infante y el doctor Víctor Gomez Bergés, allegados al extinto estadista y literato, en la mesa redonda “Historias de Joaquín Balaguer”, celebrada en el foro Pedro Mir, de Librería Cuesta, organizada por el periodista José Pimentel Muñoz, con el auspicio de la Fundación Joaquín Balaguer, Inc. y la asistencia de decenas de personas.
TESTIGO
Hernández reveló que fue testigo de primera línea del proceso de construcción, en 1956, de la casa de Balaguer en la avenida Máximo Gómez. Entonces estaba destacado en el Palacio Nacional como ayudante de la oficina de ingenieros que dirigía Humberto Ruiz Castillo.
Balaguer era desde julio de 1953, secretario de Relaciones Exteriores. Un día (que Hernández sitúa entre 1956 y 1957), llamó a su oficina a don Humberto y le expresó: “el jefe quiere que yo tenga una casa. Me va a costar hacer una casa”. Ya tenía el solar en la Máximo Gómez, pero residía en una vieja casona de la calle César Nicolás Penson casi esquina Rosa Duarte. Ruiz Castillo le explicó el procedimiento de hacer una casa, que comenzaba con la preparación del plano y el presupuesto. Hernández, quien hizo el bosquejo, apuntó que se elaboró un presupuesto por 56 mil pesos que se presentó días después al entonces canciller. Se usaba que el dueño de la obra daba un avance del diez por ciento. Al otro día de la presentación del proyecto, el ingeniero Ruiz Castillo fue llamado por Balaguer, quien le entregó 6 mil pesos en billetes de diferentes denominaciones envueltos en una funda de papel de bodega. Don Humberto tan pronto retornó a su oficina llamó a Hernández y le comunicó, muy extrañado, esa acción del funcionario, quien no usó cheques ni billetes de alta denominación.
Cuando se estaba haciendo la casa, un día Balaguer la fue a ver y, sorprendido del diseño que se estaba materializando, dijo: “yo creo que lo que me están haciendo es una iglesia”. En opinión del ingeniero Hernández, “él (Balaguer) no estaba en eso. Se sentía feliz donde vivía en la César Nicolás Penson, igual como se sintió al final viviendo en los altos del garaje de la residencia de la Máximo Gómez”. Para el narrador, “todo aquello habla de una austeridad y unas virtudes. Eso era un ejemplo de vida, casi inconcebible. Aquel hombre que (siendo Presidente) tenía tantas posibilidades y tanta gente deseosa de ponerle en sus manos un Mercedes Benz y todo lo que él quisiera, se mantenía con esa prudencia y esa austeridad”.
VIVIENDA POBRE
En la mesa redonda tuvo una breve intervención, en la sección de comentarios, el doctor Víctor Gómez Bergés, quien reveló confidencias que acerca de la edificación de la casa de Balaguer en la Máximo Gómez le hizo el general Guarionex Estrella, jefe del cuerpo de ayudantes militares de Trujillo durante un tiempo en la década del 50. Estrella le confirmó la visita inesperada de Trujillo y su sorpresa por las modestas condiciones de la casa de Balaguer en la calle César Nicolás Penson casi esquina Rosa Duarte.
Aunque hablaron fuera de la vivienda, Trujillo se mostró sorprendido –según la historia de Gómez Bergés- de que “el canciller de mi gobierno viva en una casa como esa”. Fue ahí, precisó, donde surgió la instancia de Trujillo a Balaguer para que construyera una residencia moderna. Por su parte, Fernando Infante informó que, según sus averiguaciones, en la sala de la vivienda donde Balaguer vivía en la César Nicolás Penson, había cuatro mecedoras de estilo antiguo. Vivía allí desde cuando vino de México a desempeñar la Secretaría de Educación. Antes que él residió allí la profesora de piano María Blanca Lamarche. Balaguer vivía acompañado de su chofer, Saturnino Ramírez, y lA su esposa, doña Rosa, quienes eran las personas de su mayor confianza. Estos lo atendían. Su hermana Carmen era el familiar que lo visitaba más frecuentemente. La casa era de un solo nivel, amplia, con galería en la parte delantera y en la trasera.
RECHAZO PEDIR
Carlos Domínguez, otro de los que intervinieron con comentarios breves en la mesa redonda, destacó que para hacer la residencia de la avenida Máximo Gómez, Balaguer hizo un préstamo al Banco Agrícola y rechazó insinuaciones del administrador, Miguel Dájer, de pedir ayuda a Trujillo. Domínguez atribuyó a Dájer haberle contado que "Balaguer reaccionó airado cuando se le hizo esa insinuación y optó por tomar el préstamo y pagarlo".
Dájer opinó que Trujillo le hubiese donado los fondos para la casa. Después de terminada la residencia, sobre el garaje, prácticamente en la parte atrás, se hizo un anexo que se convirtió en apartamento en el que vivió Balaguer hasta su deceso. Tenía una amplia biblioteca, dos pequeños dormitorios, una oficina y dos baños. Cuando lideres políticos o visitantes extranjeros visitaban la casa, Balaguer se entrevistaba con ellos en la oficina o en la biblioteca. Este apartamento ha sido convertido en los últimos años en la sede de la Fundación Joaquín Balaguer, Inc. Bello Andino acude a ella diariamente. La parte principal de la residencia, con cara a la Máximo Gómez, fue ocupada en vida de Balaguer por su hermana Ema. Desde el 2002 pasó a manos -por donación de Balaguer- de la Liga Dominicana contra el Cáncer.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deje su mensaje