El pontífice hizo estas manifestaciones en el discurso que dirigió hoy a la Curia Romana con motivo de la Navidad, en el que también dijo que el núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de la fe.
El papa Ratzinger hizo balance del año que concluye, marcado -dijo- por la crisis europea, y de sus viajes a Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud; a su Alemania natal, a Croacia y a Benin, en su segunda visita a África.
Sobre Europa, el obispo de Roma dijo: "Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios".
Benedicto XVI agregó que el conocimiento y la voluntad no siguen siempre la misma pauta y que la voluntad que defiende el interés personal "oscurece el conocimiento, y el conocimiento debilitado no es capaz de fortalecer la voluntad".
El papa dijo que de esta crisis surgen preguntas fundamentales como ¿dónde está la luz que pueda iluminar el conocimiento del hombre no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos?, y que la respuesta está en el Evangelio.
Ratzinger también se refirió a la crisis de fe en Europa y dijo que se ve "con preocupación" cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente, cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio y cómo crece el escepticismo y la incredulidad.
"Si no encontramos una respuesta, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces", subrayó.
Benedicto XVI añadió que la visita a Benin fue un "gran aliento", ya que en África no se percibe "ninguna señal del cansancio de la fe", y añadió: "Tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros".
El Pontífice se refirió también a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en Madrid en agosto pasado y que, dijo, ha sido también "una medicina contra el cansancio de creer".
El papa aseguró que cada vez "con más claridad" se perfila estos encuentros mundiales de jóvenes como un nuevo modo de ser cristianos, la demostración de la universalidad de la Iglesia, y añadió: "Ya que, aunque vienen de todos los continentes y nunca nos hemos visto, nos conocemos".
"Hablamos lenguas diversas y tenemos diferentes hábitos de vida, diferentes formas culturales y, sin embargo, nos encontramos de inmediato unidos, juntos como una gran familia. Se relativiza la separación y la diversidad exterior", subrayó.
El papa también destacó de estas jornadas la labor de los voluntarios, que ponen -dijo- a disposición de la Iglesia varios años de su vida sin esperar nada a cambio, sino simplemente por hacer el bien.
También destacó la espiritualidad, recordó los largos momentos de silencio durante la adoración del Santísimo; la presencia del Sacramento de la Penitencia, con el que reconocen "la necesidad de perdón y que perdón significa responsabilidad", y la alegría de los participantes.
El papa se refirió asimismo al encuentro de religiones celebrado en Asís, la ciudad italiana donde nació san Francisco, e hizo votos para que haya servido a la paz, la reconciliación y la justicia.