SANTO DOMINGO, R. D.
El celebre desertor militar Enrique Blanco está considerado como el dominicano más buscado por la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Este viernes se cumplieron 75 años de su muerte.
Enrique Blanco fue el octavo hijo de José Eugenio Blanco (Gengo) y Ubaldina Sosa.
Este ingreso al Ejército Nacional siendo asignado al escuadrón de caballería, pero desertó de esta institución militar, para constituirse en una verdadera leyenda.
En muchas ocasiones dormía entre ranchos de tabaco y hasta en cualquier covacha que construyó entre arbusto de cabuya o de mallas haitianas.
Al ejército trujillista le fue difícil atrapar a este rebelde a pesar de que se ofreció una recompensa al que lo capturara vivo o muerto.
El 24 de noviembre de 1936 al verse acorralado en Moca, Enrique Blanco decidió suicidarse, disparándose con su revolver en la cabeza y su cadáver fue buscado en un pequeño camión del ejercito conducido por el cabo Cambiazo, acompañado del coronel Castillo, el sacerdote Bobadilla, teniente Pérez y el raso Ramón Fernández Almanzar.
El cadáver de Blanco fue paseado por las autoridades por los diferentes pueblos del Cibao sentado en una silla y atado de pies y manos.
Lo exhibieron por dos horas en el parque Duarte de Santiago siendo sepultado en medio del camino con la finalidad de que todos los que pasaran pudieran pisotear su tumba.
En 1978 por diversas construcciones que empezaron a erigirse los restos de Enrique Blanco fueron recogidos y expuestos en una mesa envuelta en la bandera nacional como homenaje a quien fue considerado uno de los primeros luchadores Antitrujillistas.
Un incidente se produjo al momento de dar cristiana sepultura a sus restos en el municipio de tamboril cuando el comandante regional del Ejercito y el fiscal de Santiago en ese entonces trataron de arrebatar los despojos fúnebres a los ciudadanos que incluso los calificaron de santo.
Enrique Blanco fue sepultado en el cementerio de tamboril pero años mas tarde su tumba fue desaparecida para dar paso a una construcción y solo queda el recuerdo de este hombre cuyas hazañas son narradas en un merengue a su honor que le compuso el maestro puertoplateño Wilfrido Vargas que se titula “Enrique Blanco fue el conquistador de la montaña”.