La mañana del martes fui agredido por el salsero Michell al coincidir ambos en la recepción del periódico Listín Diario. No es la primera vez que él tiene esta clase de comportamiento con periodistas.
Todo comenzó cuando Miosotis, la esposa del cantante, escuchaba una conversación telefónica que yo sostenía con el colega Ramón Almánzar, editor de espectáculos del Listín, quien se encontraba fuera del periódico y le decía que estábamos algunas personas esperándolo allí, incluyendo el propio Michell.
Miosotis fue al vehículo donde aguardaba el salsero en el parqueo y acto seguido le dijo que un servidor estaba hablando despectivamente de él y que además le había faltado el respeto a ella, cosa que no es cierta porque en ningún momento me le acerqué y mucho menos le dirigí la palabra a esa señora. De eso hay más de un testigo.
El caso es que Michell entró muy alterado a la recepción de Listín Diario y de inmediato comenzó a lanzarme improperios impublicables aparte que dizque me exigía respeto para su querida Miosotis.
Al tiempo de reiterarle que nunca intercambié palabras con Miosotis, con toda cordura le manifesté al cantante que el que menos tiene calidad para exigir respeto para su esposa es él porque es el primero que no hace gala de esa condición hacia ella y todo el mundo sabe porqué lo digo.
Además sí es un irrespeto e indecencia de parte de Michell llegar a un lugar donde deben prevalecer las buenas costumbres pero cual vulgar de patio salió con expresiones descompuestas frente a todos.
Con esa actitud una vez más me di cuenta de su estrechez mental, cosa de la que al parecer ya contagió a Miosotis, porque de dónde le salió que tuve algún altercado con ella, ¿ estará presa de la locura como también lo viene evidenciando su esposo?
Ahora, al parecer ambos andan muy alterados en la calle ante la desición de dejar fuera del premio Casandra el renglón de "salsa", sí porque sus bazofias que me lanzó también alcanzaron a los cronistas de artes en sentido general, a los que llamó "oportunistas" y "lambones".