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lunes, 7 de febrero de 2011

El PLD enfrenta un nuevo desafío

Permanecer obedientes, atentos a la señal del Presidente, ha sido la estrategia de José Tomás Pérez, Radhames Segura, el vicepresidente Rafael Alburquerque y, de alguna manera, del ministro Franklyn Almeida. Apostando a la suerte del dedo, estarían esperando replicar el “traspaso” de mando Álvaro Uribe-Juan Manuel Santos e Inacio Lula-Dilma Rousseff.
Todo parece indicar que la doctora Margarita de Fernández abandonó la idea de suceder a su esposo, echando a un lado la fórmula Kirchner. Disuadida, oportunamente, por el infeliz desenlace reflejado en la derrota y posterior desaparición del consorte de presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el ex presidente Néstor Kirchner.

Inexacta la ecuación, fallida la operación. El presidente Fernández habrá aprendido en su exitosa carrera política que las lealtades no se expresan en la sumisión y que la gratitud es un sentimiento relativo y complejo en este oficio. Igual, que su retorno en el 2016 sería menos probable con su partido fuera del poder.

Endosar su liderazgo a favor de otro candidato que no sea Danilo Medina delataría una actitud revanchista desconocida en él. Además, disminuye, evidentemente, las posibilidades de triunfo del PLD el aproximo año.  Un líder autentico proyecta y consagra sus fuerzas cuando somete sus decisiones en provecho de la colectividad y las instituciones que le sirven.

Si peligrosas  son las tentativas de violar la Constitución para repostular a Fernández, promovidas por  un puñado de senadores y un par de funcionarios de segunda categoría,  más aún lo seria, al interno del PLD, la imposición de un candidato “diseñado”  a la carrera.

Exponerse a ser vencido por Danilo Medina, aun cuando sea de manera indirecta, no es el riesgo que se jugaría un dirigente inteligente, como los es Leonel Fernandez.

En el PLD, sólo Fernández y Medina cuentan con seguidores en el Congreso y en los ayuntamientos, aglutinando fuerzas orgánicas con escasas diferencias. Que supere en popularidad a Medina no significa que el Presidente pueda hacerlo a través de un tercero. Menos todavía, si esto puede exponer al PLD a una división y derrota inevitables.

Este país no es Colombia ni Brasil. Mucho menos, estamos frente a escenarios similares. De ser así, vale destacar, a propósito, el distanciamiento entre Santos y Uribe.  Las lecciones son para acopiarlas, aprenderlas y evitarlas si sus resultados son negativos. O imitarlos cuando funcionan.

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