Vargas se construyó un mundo falso y equivocado respecto de sus posibilidades como precandidato presidencial y el encontronazo con la realidad le rompió la armonía
A casi un mes de la elección del candidato presidencial del Partido Revolucionario se mantiene la crisis post convencional, originada en el derrumbe emocional del ingeniero Miguel Vargas, quien no ha asimilado la realidad de un resultado adverso. Está afectado de lo que los siquiatras llaman “síndrome desarmónico”.
Lo armónico reviste una proporcionalidad entre una cosa y otra. Si del comportamiento humano se trata, se expresa en un equilibrio de actitudes, emociones y respuestas del individuo frente a los estímulos exteriores.
La armonía es un estado deseable para la persona y para la sociedad. La desarmonía nunca es grata, pues trastorna los actos humanos.
Vargas se construyó un mundo falso y equivocado respecto de sus posibilidades como precandidato presidencial y el encontronazo con la realidad le rompió la armonía. Poéticamente a esto se le dice “tiene el corazón partido”, como en la balada de Alejandro Sanz. Pero científicamente se tipifica como esquizofrenia.
Tener el “corazón partido”, se compadece con la vieja concepción que atribuía a ese órgano vital ser el centro de las emociones y sentimientos. Pero la verdad es que ante ciertas contingencias, no es el corazón que se parte, es la mente.
Efecto inevitable de la esquizofrenia es la presencia en el individuo de “una mente escindida”, dicen los siquiatras.
Esta situación coloca a la persona fuera de la realidad. Su desarmonía no sólo es evidente, sino contagiosa. Miguel Vargas ha puesto al PRD en desarmonía y como esa fuerza política es un órgano importante del cuerpo social, también la sociedad dominicana experimenta la desazón originada en la “mente partida” de Vargas.
El ex precandidato está pidiendo “transparencia” en un proceso que ya finalizó, dejando de lado la realidad, la cual le enrostra que era de barro el castillo que se había formado. Por igual se salen de la realidad las demandas que formula al candidato presidencial, Hipólito Mejía, como condición para cambiar su actitud.
Su hazaña más reciente, la expulsión del doctor Emmanuel Esquea, caracteriza aun más la crisis obsesiva de Vargas y se comporta con el PRD como aquellos hombres que ante la negativa de una mujer para seguir a su lado, optan por la salida “mía o de nadie” con la que “por amor” la envían al otro mundo.
Creerse dueño del PRD, un patrimonio del pueblo dominicano, demuestra que Miguel Vargas sigue viviendo un mundo falso y erróneo. Esa ruptura con la realidad lo coloca fuera del camino.
Anda por la ruta equivocada, sin importar los peligros, como es propio de alguien que no está en su mejor nivel de equilibrio. De un loco manso nadie teme, pero de un loco con iniciativa hay que cuidarse.
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