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martes, 5 de abril de 2011

Cadáver de Juan Pablo II será expuesto el primero mayo tumba San Pedro

Una vez fuera de la tumba, el ataúd con los restos de Juan Pablo II será colocado sobre un catafalco cubierto con una tela blanca delante de la monumental tumba de San Pedro, en las Grutas Vaticanas, donde permanecerá hasta la mañana de 1 de mayo, pocas horas antes de que comience la ceremonia de beatificación, según precisó hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

CIUDAD DEL VATICANO.- El féretro con los restos de Juan Pablo II será sacado de su tumba, en las Grutas Vaticanas, el 29 de abril y colocado el 1 de mayo delante del Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro, para que los fieles puedan venerarlo tras ser beatificado por Benedicto XVI.

Una vez fuera de la tumba, el ataúd será colocado sobre un catafalco cubierto con una tela blanca delante de la monumental tumba de San Pedro, en las Grutas Vaticanas, donde permanecerá hasta la mañana de 1 de mayo, pocas horas antes de que comience la ceremonia de beatificación, según precisó hoy el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

Las Grutas Vaticanas (cripta) permanecerán cerradas al público los días 29 y 30 de abril y primero de mayo.

El féretro con los restos del papa Wojtyla, fallecido el 2 de abril de 2005 a los casi 85 años (los cumplía el 20 de mayo) no será abierto, ni el cadáver exhumando, señaló Lombardi.

“No se verá el cadáver de Juan Pablo II”, subrayó Lombardi, que dijo que no será exhumando debido al corto espacio de tiempo que hace de su fallecimiento.

Una vez que Benedicto XVI lo haya proclamado beato, en una ceremonia que comenzará a las nueve de la mañana (07.00 gmt) del primero de mayo, el papa Ratzinger acompañado de los cardenales con los que concelebrará la misa, irán en procesión desde la Plaza de San Pedro hasta el interior de la basílica, donde se postrarán ante el féretro y rezarán.

Después, todos los fieles que lo deseen podrán acercarse hasta el féretro para rendir homenaje al Papa que guió a la Iglesia durante casi 27 años (1978-2005) y la introdujo en el tercer milenio.

La basílica de San Pedro estará abierta mientras que dure el flujo de fieles, para permitir que los cientos de miles que se esperan puedan rezar ante el primer pontífice polaco de la historia.

Una vez concluida las celebraciones, el féretro será trasladado a una capilla del templo vaticano, para permitir una mayor afluencia de fieles en el futuro.

Se trata de la capilla de San Sebastián, que está en la parte derecha, entrando a la basílica de San Pedro, entre la que acoge a la “Piedad”, de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo.

Esta capilla, que ya ha sido restaurada, con nueva iluminación y sonido, guarda actualmente los restos del papa Inocencio XI (1611-1689).

El próximo viernes, una vez cerrada al público la basílica de San Pedro, la urna con los restos de Inocencio XI serán trasladados al Altar de las Transfiguración, en una ceremonia sencilla, presidida por el cardenal arcipreste del templo, Angelo Comastri, y el capítulo catedralicio.

Los restos de Juan Pablo II han reposado desde el 8 de abril de 2005, fecha del funeral, en las Grutas Vaticanas, en la que fue tumba del beato papa Juan XXIII y a pocos metros de la tumba de San Pedro.

Juan Pablo II es el único Papa que reposa entre dos reinas, Cristina de Suecia y Carlota de Chipre, enterradas asimismo en las Grutas Vaticanas a pocos metros de su sepultura.

Una sencilla lápida de mármol blanco jaspeado tras la cual hay un macetón de calas blancas cubre la tumba del papa polaco, que se ha convertido en lugar de peregrinación de fieles de todo el mundo.

Según datos del Vaticanos, una media de más de 20.000 personas la visitan a diario.

“Ioannes Pavlvs PP II. 16.X.1978-2.IV.2005″ son las únicas letras y números grabados en la losa de mármol, proveniente de la famosa montaña de mármol de Carrara, en el noroeste italiano.

La losa mide 2,20 metros de largo por 1,20 metros de ancho y está dispuesta de manera que los fieles puedan verla y leer lo escrito con facilidad.

Juan Pablo II apreciaba mucho a Juan XXIII, por lo que se decidió enterrarlo en la tumba que ocupaba éste, una vez que el “Papa Bueno”, quien convocó el Concilio Vaticano II que cambió radicalmente a la Iglesia, fue trasladado a la basílica vaticana una vez beatificado.

Los restos de Juan XXIII descansan en la capilla de San Jerónimo, a pocos pasos de la que albergará los restos del papa Wojtyla.

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