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martes, 7 de febrero de 2012

El Papa Benedicto XVI, ve el mundo lleno de egoísmo, indiferencia y maldad en la mente del hombre

El Pontífice así lo ha manifestado en su Mensaje para la Cuaresma 2012

CIUDAD DEL VATICANO.- Benedicto XVI ha denunciado que el mundo actual "está enfermo", que sufre una falta de fraternidad, que bajo el respeto de la llamada "esfera privada" se esconde el egoísmo, la indiferencia y el desinterés del hombre y que el mal no se puede callar, sino denunciarlo.
El Pontífice así lo ha manifestado en su Mensaje para la Cuaresma 2012, que tiene como lema "Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras", presentado hoy en el Vaticano por el cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio "Cor Unum", el organismo de la Santa Sede que se encarga de distribuir la caridad del Papa.
En su mensaje, el Obispo de Roma señala la importancia que para la Iglesia tiene la palabra "fijarse", que significa "estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos.
"Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria, es decir la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo encubierto bajo la apariencia del respeto por la 'esfera privada'", denunció el Papa.
Benedicto XVI insistió en la solidaridad, la fraternidad y la justicia y echando mano de una frase de Pablo VI señaló que "el mundo está enfermo".
"Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos y en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos", afirmó, a la vez que subrayó que la atención al otro conlleva preocuparse por todos sus aspectos, el físico, el moral y el espiritual.
Agregó que la cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal y que por ello es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, "porque Dios es bueno y hace el bien".
El Pontífice alertó del peligro de tener "el corazón endurecido por una anestesia espiritual" que deja al hombre "ciego" ante el sufrimiento de los demás y advirtió de que la riqueza material y la saciedad es la que impide muchas veces al hombre mirar de manera amorosa al hermano.
El Obispo de Roma señaló también que los intereses personales y las propias preocupaciones son lo que lleva al hombre a ser incapaz de tener misericordia con quien sufre.
"Nunca nuestros problemas deben absorber nuestros corazones hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre", afirmó.
Benedicto XVI también se refirió a otro aspecto de la vida cristiana que, precisó, ha caído en el olvido y que es la "corrección fraterna para la salvación eterna".
Según el Papa, hoy somos muy sensibles al bien físico y material de los demás, pero callamos "por completo" sobre la responsabilidad espiritual para con los hermanos, al contrario que en la iglesia de los primeros tiempos cuando se interesaban además de por la salud, por el alma de prójimo.
Benedicto XVI escribió que es necesario corregir al que se equivoca y que "frente al mal no hay que callar".
"Pienso en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien", afirmó.
Agregó que lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación, sino el amor y la misericordia y que en nuestro mundo, "impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad".
Benedicto XVI señaló que el ser "guardianes" de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual.
"Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida", denunció.
El Mensaje papal es la antesala de las actividades del Pontífice durante la Cuaresma. El 22 de febrero se trasladará a la basílica romana de Santa Sabina para presidir los ritos del Miércoles de Ceniza, que abren el tiempo de Cuaresma.

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