Pertenece a la familia de las cactáceas y es uno de los pocos cactus con hojas, alcanza hasta los seis metros de altura, se encuentra en peligro de extinción, es endémica de la zona de Bayahíbe y es, desde el pasado miércoles 13 de julio, la flor nacional dominicana.
Con la promulgación de la ley 146-11, que declara a la rosa de Bayahíbe y a la caoba flor y árbol nacionales de República Dominicana, las autoridades se hicieron eco de una campaña de promoción y conservación que realiza desde hace décadas el Jardín Botánico Nacional, propulsor de esta propuesta legislativa.
La Pereskia quisqueyana fue descubierta en 1977 por el botánico francés Alain Liogier en Bayahíbe, hoy distrito municipal de la provincia La Altagracia, y declarada especie nueva para la ciencia en 1980.
Tras años de investigaciones y exploraciones sólo encontraron ejemplares machos (con flores masculinas), por lo que la reproducción de la planta debió hacerse por esqueje o estaca, explica Brígido Peguero, encargado de Taxonomía y Exploraciones del Jardín Botánico Nacional.
“Teníamos flores muy bonitas pero nunca frutos, y así no podríamos iniciar su reproducción sexual. Inicialmente la gente las cortaba porque tenían espinas y apenas pudieron quedarse las que estaban en la iglesia de Bayahíbe. Durante mucho tiempo estuvimos reproduciéndola en su zona natural y aquí en el Botánico y ya mucha gente la tiene en sus casas, igualmente muchos hoteles de Bayahíbe, Bávaro y Uvero Alto la adoptaron y reprodujeron”, dice.
Una situación lamentable
Hace cinco años aparecieron las plantas hembras de la rosa de Bayahíbe en una zona apartada del litoral del poblado. Afortunadamente, indica Peguero, las encontraron florecidas y frutificadas e iniciaron la esperada reproducción sexual que garantizaría su variabilidad genética. Pese a que hablaron con la persona que entendieron dueña del lugar acerca de la importancia de la planta para la ciencia, los ejemplares fueron cortados.
“Pensamos que tal vez para evitar un problema por temor a que declararan el área zona protegida o que les intervinieran la tierra”, señala Peguero.
El Botánico arreció entonces su campaña de conservación entre los comunitarios y los hoteles.
“De ser antes una planta que nadie quería saber de ella, que estaba confinada a esos pocos individuos en la iglesia, ahora la tienen como emblema vegetal de la comunidad. Los hoteles la cuidan y la han reproducido bastante”.
La flor nacional
¿Por qué elegir flor nacional una planta apenas conocida por la población, que requiere cuidados especiales para su reproducción y que está confinada a una única zona en su estado natural?
“Precisamente porque es una planta única en el mundo que sólo existe aquí. Otras hermanas de ella, de las Pereskia, se encuentran en otros lugares pero esta planta en su ambiente natural solamente se encuentra en el país. Es uno de los cactus más raros porque tiene hojas, tiene una flor bonita y es una planta que está en peligro de extinción y que estuvo al borde de la desaparición. Todas esas consideraciones nos llevaron a plantearla como flor nacional”, expresa Peguero.
En todo caso, sigue el biólogo botánico, lo fundamental es que la gente no sólo conozca esta planta sino que la cuide, la conserve y extienda su cultivo.
La planta se puede cultivar en cualquier sitio con ambiente apropiado. Aunque necesita agua, el suelo no debe estar saturado. Ya sea en tierra o maceta, Peguero recomienda sembrarla en suelo para que cuando las raíces penetren encuentren dónde anclar, colocándoles piedra o gravilla para que el agua escurra. La planta, que florece desde que alcanza los 1.5 o 2 metros, tiene dos floraciones al año, generalmente en los primeros meses del año y en otra época.
Las personas que deseen adquirir un ejemplar, los hay disponibles a un módico precio en el vivero del Jardín Botánico Nacional.
MÁS DATOS SOBRE LA ROSA DE BAYAHÍBE
La única población conocida de rosa de Bayahíbe (unos ocho ejemplares) se encuentra en los alrededores de la vieja iglesia de la comunidad costera.
Del género Pereskia (origen neotropical) existen unas 17 especies, cinco de ellas en el país. Generalmente se encuentran en zonas de precipitaciones y por ello tienen hojas, pues no necesitan retener tanta agua como los cactus de zonas muy secas. La rosa de Bayahíbe se parece a la rosa de Bánica.
En Bayahíbe le llaman mata de chele porque el fruto tiene dentro una forma de monedita, lo que indica que la comunidad de Bayahíbe sí conocía poblaciones de hembras de la planta.
Los pétalos de la flor suelen medir 2.2 centímetros de largo.
La rosa de Bayahíbe, que sustituye a la flor de la caoba como flor nacional, aparecerá en las nuevas ediciones de papel moneda del país.
Alain Liogier falleció en 2009 a los 93 años. Residía en Texas.
Con la promulgación de la ley 146-11, que declara a la rosa de Bayahíbe y a la caoba flor y árbol nacionales de República Dominicana, las autoridades se hicieron eco de una campaña de promoción y conservación que realiza desde hace décadas el Jardín Botánico Nacional, propulsor de esta propuesta legislativa.
La Pereskia quisqueyana fue descubierta en 1977 por el botánico francés Alain Liogier en Bayahíbe, hoy distrito municipal de la provincia La Altagracia, y declarada especie nueva para la ciencia en 1980.
Tras años de investigaciones y exploraciones sólo encontraron ejemplares machos (con flores masculinas), por lo que la reproducción de la planta debió hacerse por esqueje o estaca, explica Brígido Peguero, encargado de Taxonomía y Exploraciones del Jardín Botánico Nacional.
“Teníamos flores muy bonitas pero nunca frutos, y así no podríamos iniciar su reproducción sexual. Inicialmente la gente las cortaba porque tenían espinas y apenas pudieron quedarse las que estaban en la iglesia de Bayahíbe. Durante mucho tiempo estuvimos reproduciéndola en su zona natural y aquí en el Botánico y ya mucha gente la tiene en sus casas, igualmente muchos hoteles de Bayahíbe, Bávaro y Uvero Alto la adoptaron y reprodujeron”, dice.
Una situación lamentable
Hace cinco años aparecieron las plantas hembras de la rosa de Bayahíbe en una zona apartada del litoral del poblado. Afortunadamente, indica Peguero, las encontraron florecidas y frutificadas e iniciaron la esperada reproducción sexual que garantizaría su variabilidad genética. Pese a que hablaron con la persona que entendieron dueña del lugar acerca de la importancia de la planta para la ciencia, los ejemplares fueron cortados.
“Pensamos que tal vez para evitar un problema por temor a que declararan el área zona protegida o que les intervinieran la tierra”, señala Peguero.
El Botánico arreció entonces su campaña de conservación entre los comunitarios y los hoteles.
“De ser antes una planta que nadie quería saber de ella, que estaba confinada a esos pocos individuos en la iglesia, ahora la tienen como emblema vegetal de la comunidad. Los hoteles la cuidan y la han reproducido bastante”.
La flor nacional
¿Por qué elegir flor nacional una planta apenas conocida por la población, que requiere cuidados especiales para su reproducción y que está confinada a una única zona en su estado natural?
“Precisamente porque es una planta única en el mundo que sólo existe aquí. Otras hermanas de ella, de las Pereskia, se encuentran en otros lugares pero esta planta en su ambiente natural solamente se encuentra en el país. Es uno de los cactus más raros porque tiene hojas, tiene una flor bonita y es una planta que está en peligro de extinción y que estuvo al borde de la desaparición. Todas esas consideraciones nos llevaron a plantearla como flor nacional”, expresa Peguero.
En todo caso, sigue el biólogo botánico, lo fundamental es que la gente no sólo conozca esta planta sino que la cuide, la conserve y extienda su cultivo.
La planta se puede cultivar en cualquier sitio con ambiente apropiado. Aunque necesita agua, el suelo no debe estar saturado. Ya sea en tierra o maceta, Peguero recomienda sembrarla en suelo para que cuando las raíces penetren encuentren dónde anclar, colocándoles piedra o gravilla para que el agua escurra. La planta, que florece desde que alcanza los 1.5 o 2 metros, tiene dos floraciones al año, generalmente en los primeros meses del año y en otra época.
Las personas que deseen adquirir un ejemplar, los hay disponibles a un módico precio en el vivero del Jardín Botánico Nacional.
MÁS DATOS SOBRE LA ROSA DE BAYAHÍBE
La única población conocida de rosa de Bayahíbe (unos ocho ejemplares) se encuentra en los alrededores de la vieja iglesia de la comunidad costera.
Del género Pereskia (origen neotropical) existen unas 17 especies, cinco de ellas en el país. Generalmente se encuentran en zonas de precipitaciones y por ello tienen hojas, pues no necesitan retener tanta agua como los cactus de zonas muy secas. La rosa de Bayahíbe se parece a la rosa de Bánica.
En Bayahíbe le llaman mata de chele porque el fruto tiene dentro una forma de monedita, lo que indica que la comunidad de Bayahíbe sí conocía poblaciones de hembras de la planta.
Los pétalos de la flor suelen medir 2.2 centímetros de largo.
La rosa de Bayahíbe, que sustituye a la flor de la caoba como flor nacional, aparecerá en las nuevas ediciones de papel moneda del país.
Alain Liogier falleció en 2009 a los 93 años. Residía en Texas.
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