La mujer más valiente de México no quiere que ese sea su epitafio. Marisol Valles García, la estudiante de criminología de 20 años que el pasado mes de octubre aceptó el cargo de jefa de Policía de Práxedis G. Guerrero, un pequeño municipio cercano a Ciudad Juárez, ha puesto pies en polvorosa. Según sus familiares y el fiscal de Chihuahua, ha pedido asilo en Estados Unidos, asustada por las continuas amenazas del crimen organizado. Según funcionarios municipales, solo habría pedido una licencia para cuidar a su bebé de apenas un año. El caso es que Marisol Valles García no está dispuesta a seguir la estela de Érika Gándara o de Hermila García, dos de las mujeres que, como ella, aceptaron luchar contra el crimen en el norteño Estado de Chihuahua. Érika fue secuestrada el 26 de diciembre pasado y jamás se volvió a saber de ella. A Hermila, simplemente, la mataron a tiros.
Un día de finales de octubre de 2010, una muchacha de 20 años, aspecto frágil y un recién nacido esperando en casa, accedió a un cargo para el que ninguno de los hombres de Práxedis -un municipio de 3.400 habitantes en pleno valle de Juárez- había tenido suficientes arrestos: secretaria de Seguridad Pública. O, lo que es lo mismo, jefa de los 19 agentes de la Policía Local, nueve de ellos mujeres. Aunque los precedentes no eran los más halagüeños -el crimen organizado acababa de asesinar en un municipio vecino al comisario de policía y a su hijo-, Marisol Valles se mostró serena, anunció que no portaría armas y admitió que sí, que todo el mundo en su pueblo tenía miedo, pero que ella llegaba para cambiar las cosas: "Vamos a cambiar el miedo por seguridad".
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