Jaca es una de las principales localidades de los Pirineos españoles (aclaración para quienes leen este blog desde fuera de nuestras fronteras, que por suerte sois muchos). Está en el valle del río Aragón, en la provincia de Huesca, en uno de los pasos pirenaicos históricos que comunicaban Francia (es decir, Europa) con España.
Jaca es una ciudad encantadora, siempre con ambiente montañero, ya sea en verano o en invierno (hay cinco estaciones de esquí cerca) y sobre todo con un casco viejo muy agradable de calles peatonales y buenos bares de tapas.
Hay varios monumento reseñables. La catedral, por ejemplo, una de las primeras grandes iglesias románicas de España. Pero yo si tengo que quedarme con alguno, me quedo con la Ciudadela.
La Ciudadela de Jaca es la única fortaleza militar del siglo XVI que se conserva intacta en toda Europa. Un tipo de fortificación que se puso de moda en aquella época, cuando la artillería hizo inservibles los grandes castillos medievales de altas murallas. Las ciudadelas tenían forma de estrella pentagonal, con muros recios y muy bajos; así tenían cubierto el fuego por todos los flancos, pero presentaban poca superficie a los cañones enemigos.
Esta de Jaca tiene una historia muy curiosa. La mandó hacer Felipe II para impedir que los pérfidos protestantes franceses entraran en la muy católica España. Pero los pérfidos franceses nunca vinieron por aquí. Y la única vez que las ciudadela de Jaca entró en combate.. ¡los franceses estaban dentro y los españoles, fuera!
Ocurrió durante la invasión napoleónica. Una columna francesa llegó a Jaca y tomó el castillo y la ciudad sin resistencia porque solo había 40 solados y mal armados. Luego, las tropas españolas tuvieron que sacar a los franceses a cañonazos para recuperar la plaza.
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